El martes 10 de marzo luego de un rico desayuno emprendimos viaje al tan esperado Refugio Manfredo Segre, también conocido como Refugio Italia.
Quienes formábamos parte del grupo desconocíamos nuestro destino y teníamos diferentes preconceptos (basados en imágenes vistas por Internet) acerca de lo que nos esperaba (ya sea paisaje como alojamiento o alimentación).
A diferencia de los días previos, esta salida implicaba una mayor organización y pienso, principalmente en cuanto a la carga. La mayoría teníamos el desafío de llevar lo necesario, pensar qué objetos eran prioritarios y cuáles eran parte de nuestro confort cotidiano y debían quedar atrás. Sabíamos que posteriormente todos esos factores jugarían un rol determinante en el disfrute del camino, aprovechamiento de la experiencia así como control de nuestro cuerpo y energía.
Fue así que entre carcajadas, charlas, mucha motivación, mochilas, sobres de dormir y bastones en mano, comenzamos la aventura.
El día se presentaba despejado, soleado y con una temperatura ideal. De hecho, a los pocos metros de comenzar la caminata el calor se comenzó a sentir y algunas de nuestras capas de abrigo ya no resultaban necesarias.
A medida que comenzamos a avanzar la sombra del bosque nos protegía del sol y su suave brisa nos acariciaba. El sonido de las cascadas de agua cristalina y fresca deleitaba nuestros oídos y nos acompañaba a lo largo del serpenteante recorrido. El polvo ya no nos molestaba. Las montañas nos abrazaban.
En determinado momento el sendero comenzó a presentarse un poco más rocoso y con mayor pendiente. La dificultad aumentaba, pero así también la adrenalina, deseos de no perdernos ningún detalle y ansias por conocer nuestro destino.
Kilómetros más adelante, nuestros guías nos advirtieron que próximamente nos acercaríamos al tramo final del recorrido, tramo conocido como <<El Maldito Caracol>> (ya se imaginarán el motivo de tal denominación). Debo confesar que al oír esa advertencia mis ojos se agrandaron enormemente; ¡yo creía que el tramo anterior había sido el dichoso caracol!
La subida final fue realmente desafiante (a pesar de ello no pude resistirme a oír el silencio y a tomar fotografías del monumento natural que estábamos presenciando así como de las hermosas flores que coloreaban el entorno). Daba la sensación de que a medida que avanzábamos el refugio se alejaba. Es más, nos decían que faltaba poco para alcanzarlo, pero nosotros... ¡ni lo divisábamos! Sin embargo, nos dábamos aliento los unos a los otros y ese fue el motor que nos llevó a la cima.
Les puedo asegurar que al vislumbrar finalmente el refugio y su piscina natural, me emocioné hasta las lágrimas y sentí que todo esfuerzo había valido la pena.
Hasta ese momento nadie sabía que ese refugio, dejaría de ser para nosotros el <<Refugio Italia>> o <<Manfredo Segre>>, y pasaría a ser <<El Refugio de Julián>>. Así como también desconocíamos que ese acogedor lugar dónde se comen ricas pizzas y cazuelas de lentejas, daría nacimiento a un colectivo más unido llamado <<Los Montañeses>> que posteriormente hasta un código propio tendría; <<El Código del Montañés Patagónico>>.
¡Gracias Xperience Uruguay!
Jesica Díaz
Leonardo
5 años atrásPerfecto.